La Soledad

Somos más que sólo máquinas. Los recuerdos son el lenguaje del corazón; no son repetibles porque nuestras vidas son únicas; nuestra individualidad, es lo que les da valor y significado. Sin embargo, en el acto de contar y escuchar recuerdos o historias descubrimos lo que verdaderamente nos hace semejantes, lo que nos conecta a todos, lo que nos ayuda a trascender la soledad que nos separa a los unos de los otros y a cada uno de sí mismo.
No es lo mismo “estar solos a estar a solas”, probablemente, nunca en la vida nos dimos cuenta de que a pesar de estar acompañados o rodeados de una multitud estábamos solos; rara vez nos hemos tomado el tiempo de estar a solas con nosotros mismos, de ser nosotros mismos, de descubrir cómo es nuestro propio ritmo de vida, si se le deja en libertad, de enterarnos de lo que pensamos, lo que sentimos, de cómo nos movemos en un espacio interior y exterior que es enteramente nuestro.
Hay veces, que la soledad nos consume.
Hay veces, que la soledad puede más que nuestras ganas de vivir.
Hay veces, que sentimos que la soledad no ahoga y no nos deja respirar.
Hay veces, que nuestra soledad, no nos deja ver que hay muchas cosas bonitas en la vida.
Hay veces, que nuestra soledad es más fuerte que nosotros mismos.
Dicen que la soledad es buena, en algunas ocasiones, dicen, que es una etapa o una época de nuestras vidas, por la que todos pasamos.
Pero llegado el momento, debemos levantar la cabeza gritarle a la cara y decirle: Soledad déjame en paz, déjame vivir, solo quiero amar y ser amado, soledad, no me atormentes mas y déjame respirar.
Soledad dejame ser feliz.....

Luis